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Como ya se ha mencionado anteriormente, un factor importante a la hora de consumir cine es la identificación que sienten los espectadores respecto a las historias que están viendo en pantalla. Erving Goffman, sociólogo canadiense, estudió en 1979 las interacciones y los comportamientos de las personas para tener un mayor entendimiento de la sociedad. Llegó a la conclusión de que las personas son actores que actúan en un escenario. De este modo, si somos actores y actrices, los mismos roles de juventud, belleza y perfección que se exigen a los personajes femeninos que vemos en pantalla, se exigen a las mujeres en la sociedad. También se puede ver como una situación al revés, que los personajes que se muestran en el cine representen las conductas y expectativas que se esperan del género femenino en la vida pública.

Si seguimos esta teoría, las espectadoras de cine mayores de 50 años tienen pocos personajes en los que verse reflejadas. Si bien es cierto que no es totalmente necesaria la identificación para disfrutar del cine, muchas veces es el hecho de sentirse representado por un personaje lo que hace que cambie nuestra opinión sobre una película. "Hace unos años empecé a contabilizar los papeles de mujeres mayores de 50 años que había en las películas y series españolas y fue tan aterrador que dejé de contar", comenta Ana Gracia al hablar de su experiencia como espectadora. En From Reverence to Rape (1974), uno de los primeros libros que hablaba de la representación de las mujeres en el cine, su autora la crítica de cine Molly Haskell analizaba ejemplos de películas desde los años 20 hasta finales de los 60. En este estudio llegaba a la conclusión de que las espectadoras necesitaban “películas de mujeres” en las que verse reflejadas. Aunque este concepto se ha quedado anticuado, podemos ver cómo desde las primeras incursiones en los estudios fílmicos de género, el tema de la identificación femenina con los personajes ha estado presente para los críticos. Haskell ponía como ejemplo las películas de Bette Davis, donde las espectadoras encontraban consuelo al mostrar el sufrimiento que sienten y padecen en su día a día, con temas como la desigualdad o la violencia doméstica.

Siguiendo con las teorías de la recepción y en la misma época que Haskell, el sociólogo Stuart Hall llegó a la conclusión en Encoding and Decoding in the Television Discourse (1973) de que las lecturas de los diferentes públicos dependen de sus condiciones sociales, por lo que no las decodifican con las mismas estructuras ideológicas en las que se codificaron. Aquí nos encontramos con tres lecturas diferentes, pero solo dos nos interesan: la dominante y la negociada.

LECTURA
DOMINANTE

Existe una identidad absoluta entre lo que propone la película y la subjetividad del espectador, el cual se ve reflejado en la trama o personajes de lo que observa en la pantalla

LECTURA
NEGOCIADA

El espectador encuentra contradicciones entre la ideología dominante que se le presenta y su situación personal, por lo que la negociación le permite disfrutar igualmente de la película aún siendo consciente de su distancia respecto a lo que ocurre en ella

Si trasladamos esta teoría de Hall al tema que tratamos en el reportaje, la lectura dominante pertenecería los espectadores masculinos que se identifican con la mayoría de los personajes que ven en el cine (que son hombres) ya que se asemejan a sus condiciones sociales. En contrapartida, la lectura negociada se correspondería a las espectadoras femeninas que, pese a que ven las diferencias sociales entre los personajes masculinos y su propia situación, negocian con el hecho de que no pueden hacer nada y por lo tanto acaban viendo películas en las que no hay ningún personaje que las represente. Ana Gracia rememora el momento en el que nació su amor por el cine, pero a la vez recuerda la lejanía que sentía con ciertos personajes que veía en las películas de los años 60 y 70 que tanto le gustaban.

Pese a que la asistencia al cine entre hombres y mujeres está más o menos nivelada, la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales del año 2015 muestra que son las espectadoras femeninas las que superan en más de 1.000 a los espectadores masculinos. Y, sin embargo, dentro de la pantalla la mayoría es masculina. En pequeños cines de Madrid, donde se suelen mostrar películas en versión original o aquellas que no están dedicadas a un público mainstream (cintas europeas, asiáticas, latinoamericanas…), encontramos a las espectadoras que se sienten menos representadas. Solo hace falta darse una vuelta un viernes por la tarde por las inmediaciones del Cine Paz en la calle Fuencarral o de los Cines Renoir, sobre todo el situado en la calle Narváez (Renoir Retiro).

Octavio Alzola, Director de Programación y Marketing de los Cines Renoir. Octavio comenta que no toman datos de asistencia con exactitud más allá de los socios, pero que sí son conscientes y consideran muy importante la asistencia de mujeres mayores de 50 años a sus cines. Sí aportó datos sobre las redes sociales de esta cadena de cines, que reflejan un púbico mayoritariamente femenino (ver ilustración de la derecha). Es entonces cierto que las exhibidoras tienen en cuenta a este público determinado a la hora de programar parte de su cartelera, un público que supone un gran aporte para la recaudación de la industria cinematográfica española.

“Yo tengo 39 años y no me siento identificada respecto a las miserias que tiene mi vida más allá de una comedia. Tenemos que ver madres reales, madres que están estresadas por el trabajo, que están hartas de todo”. Verónica Ferrer se reúne al menos una vez al mes junto con más mujeres del barrio de Arganzuela en un bar para comentar los últimos libros que han leído o las últimas películas que han visto. La mayoría de estas mujeres superan los 50 años. Entre bebida y comida todas comparten sus opiniones, en este caso, sobre la representación de mujeres de su edad en las obras audiovisuales que ven en los cines o en las plataformas de vídeo bajo demanda. En este clip, Lourdes Sánchez, otra de las mujeres del grupo, expresa su deseo de verse reflejada en la pantalla.

“Lo que hay que cambiar no es solo lo que hacemos, sino lo que vemos. Es interesante que los y las guionistas se llenen de otras imágenes, porque lo que han visto toda su vida son imágenes de hombres y eso es lo que les resulta más fácil escribir”. Ana Gracia hace hincapié en la importancia de la educación como una de las soluciones de este problema. Para salir del bucle de la sociedad basada en la predominancia del hombre en la que vivimos, es necesario hacer un esfuerzo para salir del camino fácil y sencillo, hay que pararse a reflexionar y buscar ejemplos de diversidad. Pero el peso siempre recae en los productores, que tienen la última palabra en la mayoría de los casos, y que también deben abrir su mente a otro tipo de imágenes. Lo expresa así:

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Fotografías: Ana Escobar

¿CÓMO LO ARREGLAMOS?

01

Es importante que se tome en cuenta que las historias protagonizadas por mujeres también pueden atraer al público y generar ganancias (Los otros, El orfanato, Ágora)

Mayor confianza de los productores

02

a la hora de elegir proyectos cinematográficos para producir/distribuir o para presentar en festivales. En los últimos años este modelo ha funcionado con éxito en Suecia

Discriminación positiva

03

Hasta que exista un equilibrio y diversidad reales en la industria cinematográfica es vital que este problema social se intente remediar con decisiones políticas

Sistema de cuotas de género

04

Estudio de referentes femeninos en colegios, institutos y universidades. Dar a conocer tanto la existencia de personajes femeninos bien desarrollados como la de directoras o guionistas a lo largo de la historia del cine

Educación en la igualdad y equidad

“De los hombres se habla de potencialidad, pero de las mujeres se señala la falta de experiencia”

Anna Serner

Suecia, un ejemplo a seguir

 

En 2011, la publicista Anna Serner tomó las riendas del Instituto de Cine de Suecia, y se propuso acabar con la desigualdad dentro de esta industria. Ha conseguido que la mitad de las películas subvencionados por el gobierno de su país esté dirigidas, escritas y producidas por mujeres. Comenzó contando la presencia real de mujeres en el cine, y desarrolló una serie de medidas como desarrollar grupos de trabajo donde directoras asesoran y apoyan a jóvenes cineastas o un programa especial que fomenta el estudio de las artes cinematográficas en escuelas y universidades. El modelo sueco ha sido ya copiado por países como Australia, Canadá e Irlanda, y sería una buena solución para acabar con la discriminación en la industria cinematográfica española.

Anna Serner. Fotografía: FrankieF 

Abuelas y brujas

DOBLE GRADO EN PERIODISMO Y COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL

El irremediable destino de las actrices

TRABAJO FINAL DE GRADO

MODALIDAD REPORTAJE MULTIMEDIA

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